TÉRMINOS DE HISTORIA DE ESPAÑA

Primera parte del temario (ocho primeros temas)

Universidad de Castilla-La Mancha. PAU 2005

 

        

 

Temas 1 y 2.“Las raíces. La Hispania romana” y “La Península Ibérica en la Edad Media: Al – Andalus”

       

        Cartago.

 

        Capital del Imperio cartaginés. Los fenicios de Tiro ocuparon en el s. IX a.C. la colonia de Cartago, organizando en ella un establecimiento comercial, aprovechando que el lugar se hallaba en la ruta marítima de la Espa­ña meridional, con minas de plata, y de las islas Casitérides (Islas Británicas), ricas en estaño. Desde los primeros años del s. VII a. C. la factoría comercial cartagine­sa se benefició de la decadencia de las metrópolis fenicias. Los carta­gineses desde fines del s. VI a. C. implantaron su hege­monía sobre las antiguas colo­nias fenicias occidentales y so­bre Tartessos. Los cartagineses durante los VI y III a. C. formaron un po­deroso imperio marítimo que pronto habría de desencadenar conflictos armados con el ex­pansionismo romano en las guerras por la hegemonía del mar conocidas como las guerras púnicas. La derrota en la primera de estas guerras y la crisis económica subsiguiente, hizo que iniciaran la conquista de la Península Ibérica. Los prin­cipales jefes de ejército pertenecían a la familia de los Bárcidas: Amílcar Barca (fijó en el trata­do del Ebro el límite de las zo­nas de influencia cartaginesa y romana), Asdrúbal (fundó Car­tago Nova, ciudad bien forti­ficada con minas de plata) y Aníbal (cuyo ataque a Sagunto provocó la segunda guerra pú­nica, que supondría la entrada de los romanos en la Península).

 

        Hispania.

 

        Hispania, nombre por el que los romanos conocieron a la península Ibérica. Llamada por los griegos Iberia en alusión al río Iberus (Ebro actual), Roma prefirió una palabra —derivada de una voz cartaginesa— alusiva a una característica zoológica de estas tierras en la antigüedad: ser una 'tierra de conejos”, que es lo que etimológicamente significa. La nueva denominación pervivió más allá del fin del Imperio Romano y por evolución lingüística fue transformándose, primero en Spania y, finalmente, en España (en castellano). Inicialmente el territorio fue dividido en 2 provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Augusto en el 27 a.C. dividió la Ulterior en dos nuevas provincias —Lusitania, Bética— y llamó Tarraconense a la Citerior. El emperador Caracalla a comienzos del siglo III desgajó de la Tarraconense la Gallaecia. Su sucesor de principios del siglo IV, Diocleciano, creó la Cartaginense, desgajada también de la Tarraconense. A fines del siglo IV las Baleares pasan a ser provincia insular llamándose Balearica. Por otro lado, el norte de África fue englobado en ese siglo como parte de Hispania con el nombre de Mauritania Tingitana. Consecuencia de todo ello, en el siglo V Hispania se componía de 7 provincias.

       

        Romanización.

          La romanización es el proceso por el cual los habitantes de la Península van a abandonar sus formas de vida tradicionales (leyes, religión, lengua, usos y costumbres...) y van a adoptar las de los romanos, o bien se van a mezclar ambas. Este proceso, de manera general se llama aculturación, y aplicado a este momento histórico romanización. Los factores que determinaron la romanización fueron los siguientes: en primer lugar, la vida urbana, las vías de comunicación y el comercio; El mundo romano es un mundo de ciudades, en éstas se decide todo y son centros de producción e intercambio. El contacto con la vida urbana transforma a los habitantes de la Península, y el desarrollo de un amplio sistema de calzadas favorece el intercambio comercial. En segundo lugar, el contacto con el Ejército: los soldados llevaban la lengua, creencias y costumbres de Roma y las difundieron por todo el Imperio. Además Roma contaba también con tropas auxiliares hispanas que en contacto con lo romano se romanizaron rápidamente, además, al término del servicio militar se asentaban en tierras entregadas por Roma, a donde llevaban su civilización.  Y en tercer lugar, la concesión de la ciudadanía romana. El recibir un indígena ésta, significaba muchos privilegios y un alto honor, normalmente lo recibía gente que colaboraba con Roma y tenía un alto grado de integración en el mundo romano, era un título ansiado por muchos.

 

Visigodos.

        La primera intervención de los visigodos en la Península Ibérica se remonta a principios del siglo V cuando, como aliados del Imperio romano, llegaron para expulsar a los bárbaros (suevos, vándalos y alanos), que habían ocupado la mayor parte de los territorios de Hispania. Los visigodos crearán un reino a caballo entre el sur de Francia y el centro norte peninsular, con capital en Tolosa (Reino de Tolosa). La posterior derrota en Vouillé a manos de los francos en el 507 les empuja hacia el sur y  más tarde, en el 554, harán de Toledo su capital, constituyéndose así el primer estado peninsular independiente. En la segunda mitad del siglo VI destaca el gobierno del rey Leovigildo que derrotó a los suevos incorporándose su reino, a la vez expulsó a los rebeldes vascones hacia el norte. Su hijo Recaredo lograría la unidad religiosa del país, hasta entonces los visigodos eran arrianos –una herejía de los primeros siglos del cristianismo- mientras que la inmensa mayoría de la población era católica. En la primera mitad del siglo VII destaca el rey Suintila que logró expulsar a los bizantinos (éstos habían ocupado el sur peninsular en un intento de reconstruir el Imperio Romano), completándose así la unidad territorial. La segunda mitad del siglo VII y primeros años del VIII es una etapa de decadencia y descomposición, abundando las luchas dinásticas; una de estas luchas, entre D. Rodrigo y los herederos del rey Witiza, abrió la puerta a los musulmanes en la batalla de Guadalete, era el año 711.

        

        D. Rodrigo.

         La debilidad del reino visigodo residía en el carácter electivo de su monarquía, que daba lugar a luchas entre las familias nobiliarias para inhabilitar a un rey y sustituirlo por otro. D. Rodrigo sería el último rey visigodo  (710-711). A la muerte de Witiza (702-710) se recrudeció la lucha por el poder entre dos facciones nobiliarias rivales, las familias de Chindasvinto y de Wamba. La nobleza, finalmente, entronizó a Rodrigo, perteneciente al primero de los bandos. Sin embargo, los descendientes de Witiza proclamaron rey a su hijo Agila II, que había sido asociado al trono por su padre. En esta situación de auténtica guerra civil, se produjo la intervención en Hispania de los musulmanes. Rodrigo, que se encontraba combatiendo a los vascones, acudió inmediatamente al sur para hacer frente a los invasores. El encuentro entre los dos ejércitos se produjo en la batalla de Guadalete (que quizá tuviera lugar en realidad en el río Barbate) en el año 711. Rodrigo fue derrotado y muerto. Con él concluyó el reino visigodo de Toledo.

       

       Califato.

        Abd al­Rahman III, que estaba al frente del emirato cordobés desde el año 912, decidió, en 929, adoptar el título de califa, con lo cual se independizaba religiosamente de Bagdad. Dio así comienzo en la historia de al-Anda­lus la etapa conocida como Califato de Córdoba (929-1031). El primer cali­fa fue Abd al-Rahman III (912/929-­961). El deseo de frenar el avance fatimí por el norte de África, le llevó a proclamarse «príncipe de los creyentes», es decir, califa. Abd al-Rah­man III mantuvo a raya a los cristia­nos del norte. Asimismo, ordenó construir la ciudad-palacio de Medi­nat al-Zahara. Le sucedió su hijo al­-Hakam II que se caracterizó por su apoyo a las letras y a las artes. Las cosas cambiaron con el tercero de los cali­fas, Hisham II (976-1013?), el cual vio como el poder efectivo fue ocupado por el hachib Ibn Abí Amir, conoci­do como Almanzor por los cristianos. Almanzor, constructor de una autén­tica dictadura militar, hizo de los beréberes el núcleo básico del ejército y ordenó erigir el palacio de Medinat al-Zahi­ra. Pero sobre todo organizó nume­rosas campañas militares contra los cristianos del norte de la Península. La muerte de Almanzor (1002) marca el comienzo del decli­ve del Califato de Córdoba. Tras la desaparición de los hijos de Alman­zor, se inició un período de caos per­manente, hasta que en 1031 los notables de Córdoba decidieron la abolición del Califato. Al-Andalus se convirtió en un mosaico de núcleos políticos independientes, los deno­minados reinos de taifas.

        

        Almanzor.

         Caudillo militar (940 – 1002) que estableció una dictadura militar en Al – Andalus. Su nombre era Muhammad ibn Abí Amir, aunque se le conoce con el título honorífico que él mismo se otorgó: al – Mansur bi – llah (“el Victorioso por Alá”) Realizó una carrera meteórica durante el califato de Al – Hakam II. Su actuación fue decisiva para que Hisham II, aún niño, fuera proclamado califa, pero se encargó de ejercer él el poder en su lugar. Durante las últimas décadas del siglo X Almanzor dirigió una serie de campañas contra los núcleos cristianos del norte, entre las que destaca la de Santiago de Compostela (997). A su muerte fue sucedido en sus funciones por sus hijos, pero la pretensión del segundo hijo de Almanzor de que Hisham II le nombrara su heredero fue el detonante de la guerra civil y el principio de la desintegración política de Al – Andalus.

 

        Reinos de Taifas.

        Los primeros taifas se constituyeron a raíz de la desapari­ción del Califato de Córdoba (1031). Al-Andalus se fragmentó en unidades políticas independientes, que se identificaban con el origen étnico de sus gobernantes. Los beréberes se hicieron con el control de la costa meridional, desde el Guadalquivir hasta Granada. Los eslavos se apoderaron de algunas ciudades de la costa oriental, como Almería, Valencia o Tortosa. En el interior de al-Andalus surgieron reinos dirigidos por poderosas familias andalusíes, de origen árabe y muladí. Las Marcas fronteri­zas, situadas en torno a Zaragoza, Toledo y Badajoz, se convirtieron asimismo en reinos independientes. El predominio militar de los reinos cristianos se hizo patente con la conquista del reino taifa de Toledo por Alfonso VI (1085). Ante la alarmante situación los reyes de Sevilla, Badajoz y Granada solicitaron el auxilio de los almorávides norteafricanos, que derrotaron al rey castellano. Cuatro años después los almorávides regresaron a la Península y, aprovechando la debilidad de al-Andalus, incorporaron a su imperio los reinos de taifas. El hundimiento del poder almorávide (1145) propició la aparición de los llamados «segundos taifas», pero su existencia fue efímera porque al-Andalus fue de nuevo unificada bajo el poder de los almohade.

 

       

Temas 3 y 4.

“La Península Ibérica en la Edad Media: Los reinos cristianos” y “La Baja Edad Media. La crisis de los siglos XIV y XV”

 

 

        Alfonso VIII de Castilla.

         Rey de Castilla (1158–1214). La muerte de su padre, Sancho III, convirtió a Alfonso VIII en rey de Castilla cuando sólo tenía tres años. Du­rante su minoridad hubo una fuerte pugna entre dos familias de la alta no­bleza castellana, los Castro y los Lara. También aprovecharon la minoría para intervenir en los asuntos castellanos los reyes de León y Navarra. Casó con la hija del rey de Inglaterra Enrique II, Leonor, que llevó como dote al matrimonio el du­cado de Gascuña. La pugna mantenida con el reino de Navarra se orientó favorablemente para Castilla, que logró incorporar los territorios de Álava y de Guipúzcoa. Asimismo, Alfonso VIII fomentó el desarrollo de la costa cantábrica, otor­gando fueros a diversas villas de la misma. Por lo que respecta al mundo musulmán, en 1177 el rey castellano ocupó la ciudad de Cuenca. Poco después, en 1179, firmó con Alfonso II de Aragón el Tratado de Cazorla, nuevo reparto de las zonas de la futura reconquista. Pero el avance hacia el sur se vio con­tenido por la invasión de los almohades, que derrotaron a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos (1195). No obstante, años más tarde Alfonso VIII dirigió una vasta campaña, organiza­da con todos los aires de una cruza­da, y en la que contó con numerosas ayudas, contra los almohades, que concluyó con la resonante victoria de los cristianos en las Navas de Tolosa (1212).

 

        Reconquista.

        El término “reconquista” ha sido utilizado tradicionalmente por la historiografía para referirse al proceso llevado a cabo por los núcleos cristianos de la Península ibérica, entre comienzos del siglo VIII y finales del XV, para acabar con el poder musulmán. Sin embargo, el sentido religioso de esa lucha no estuvo pre­sente hasta mediados del siglo XI, cuando se estaban gestando las cruzadas en el Occidente cristiano. En la segunda mitad del siglo XI, coincidiendo con la época de los taifas en al-Andalus, se puso en marcha la ofensiva cristiana. La acción más importante fue la entrada de Alfonso VI en Toledo (1085) y la consiguiente ocupación del valle del Tajo. Pero la invasión almorávide, a fines del siglo XI, paralizó la expansión cristiana. La quiebra del poder almorávide, a mediados del siglo XII, posibilitó una nueva ofensiva de los cristianos. Mas la presencia de otra invasión de origen norteafricano, la de los almohades, supuso una nueva parálisis para los cristianos. La victoria obtenida en las Navas de Tolosa (1212) resultó decisiva, siendo barrido el poder almohade. En el siglo XIII tuvo lugar la fase más espectacular de la recon­quista cristiana. Alfonso IX de León se expandió por la actual Extremadura. Jaime I de Aragón incorporó a sus dominios las islas Baleares y el reino de Valencia. Por su parte Fernando III de Castilla conquistó la Andalucía Bética y se incorporaba Murcia al reino de Castilla. Sólo quedaba en poder musul­mán el reino de Granada, que pudo subsistir hasta la época de los Reyes Católicos, que fueron los que pusieron fin a ese largo proceso.

 

        Jaime I de Aragón.

         Rey de Aragón (1213-1276), conocido como «el Conquistador», por los éxitos militares que obtuvo en Mallorca y Valencia. Su principal objetivo fue impulsar la reconquista frente a los musulmanes, con lo cual buscaba también canalizar la actitud belicosa de la alta nobleza. El primer paso fue la isla de Mallorca. La isla fue objeto de un repartimiento, en el que par­ticiparon sobre todo catalanes. Poco tiempo después, se inició la conquista del reino de Valencia cuya capital caería en 1238. Muy importante fue el repartimiento de la huerta de Valencia, del que se beneficiaron tanto aragoneses como catalanes. De todos modos en las tierras valencianas permanecieron muchos mudéjares. En 1244 Jaime I firmó con Fernando III de Castilla el Tratado de Almizra, que establecía los límites de la zona de expansión de ambos reinos. En 1258 el monarca aragonés firmó con Luis XI de Francia el Tratado de Corbeil, que ponía fin a la presencia catalano-aragonesa en el sur de Francia. En sus últimos años Jaime I proyectó una cru­zada a Tierra Santa, con la idea de fundar un reino en Palestina, pero el intento fracasó. En otro orden de cosas, Jaime I alentó la autonomía municipal, como vía para poner freno al poder de la nobleza. A tal efecto en 1265 se formó el primer consejo municipal de la ciudad de Barcelona. A su muerte se produjo una división de sus reinos entre sus hijos.

 

          Órdenes Militares.

        Surgen en el período de expansión de la cristiandad durante los siglos XII y XIII por iniciativa papal y unido a la idea de cruzada que por entonces dimanaba de una iglesia reformada, con vocación universal y militante. Unidas a esa idea de cruzada y con obediencia papal, nacen, las primeras órdenes militares, en Tierra Santa. Pronto se trasladaron a otros márgenes de la cristiandad como a la Península Ibérica, donde se producía un enfrentamiento con los musulmanes y donde y donde estas milicias (formadas por monjes guerreros) lucharon por ensanchar el cristianismo. Las primeras fundaciones de estos institutos armados fueron las del Temple y del Hospital, en Palestina y con el propósito de rescatar los Santos Lugares del dominio musulmán. Tras éstas, lo harán otras,    los Teutones y los Caballeros Portaespadas en el este de Alemania. En el oeste, más concretamente en la Península Ibérica, aparecieron otras de nueva fundación,   como las órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara, que participaron   en la conquista y expansión y frente al  Islam,  al  lado de la Corona de Castilla;  las de Avis, Santiago y Cristo, que lo hicieron al lado de la corona  portuguesa y más adelante se fundaría la Orden de Montesa, que participaría en el conflicto y expansión al lado de la Corona de Aragón. Poco a poco los reyes irían tomando el poder en estas Órdenes, que llegaron a tener grandes extensiones de tierra por su ayuda en el proceso de Reconquista.

 

        Feudalismo.

        Sistema social, económico y político predominante en Europa, en términos estrictos hasta el siglo XIII y en un sentido amplio hasta los siglos XVIII y principios del XIX. El feudalismo se basa en la tenencia de la tierra. La sociedad se dividía en tres estamentos: el clero, la nobleza (incluyendo reyes y emperadores) y el campesinado. En teoría, era Dios quien había concedido este orden. De este modo, los miembros de la nobleza tenían las tierras siempre que cumplieran sus obligaciones para con los eclesiásticos y para con los campesinos (protección). Toda la sociedad se ordenaba jerárquicamente de arriba abajo. Si un señor recibía la tierra (feudo) de un señor más poderoso (un conde de un duque, por ejemplo) se convertía en su vasallo y le correspondía con ayuda militar, de la misma forma si él entregaba parte de esa tierra a un señor menos poderoso que él, éste se convertía en su vasallo. Y si cualquiera de estos señores entregaba tierras para cultivarlas a los campesinos, estos debían trabajarlas para el señor a cambio de recibir la protección militar de éste en una época de gran inseguridad. Junto con la nobleza, el otro estamento que poseía tierras era el clero. En la península Ibérica el feudalismo europeo, tal y como lo acabamos de exponer, se dio sobre todo en Cataluña y en menor medida en Aragón. En León y Castilla los reyes mantuvieron siempre el control de los ejércitos y un alto grado de poder político.

 

        Repoblación.

        Se denomina repoblación al proceso desarrollado a lo largo de le Edad Media por los cristianos de Hispania a medida que iban ocupando los territorios que habían estado bajo el dominio musulmán o, en su caso, las tierras de nadie. El proceso de inició a comienzos del siglo IX y no concluyó hasta finales del siglo XV, después de la conquista por los cristianos del reino nazarí de Granada. Pueden señalarse varias etapas en el proceso repoblador. En la primera etapa (del siglo VIII al siglo X) el sistema de repoblación utilizado fue la presura y se utilizó al norte del Duero y en las faldas pirenaicas. La presura consistía en la ocupación de la tierra basada en el derecho romano que decía que quien ocupaba una tierra despoblada y la roturaba se convertía en su propietario. La iniciativa era llevada por el campesino directamente o por nobles o monasterios. En la segunda etapa (siglos XI y XII) la repoblación es concejil, se forman concejos o ayuntamientos con un alfoz (el equivalente al término municipal actual) muy extenso, y a través de privilegios otorgados por los reyes (fueros o cartas pueblas) se atraen repobladores del norte peninsular. Con este sistema se repuebla desde el valle del Duero a los Montes de Toledo, y el valle del Ebro en Aragón. En el siglo XIII (tercera etapa), distinguimos dos modalidades de repoblación. En la primera mitad la reconquista avanza muy rápidamente y eso hace que se entreguen amplias zonas semidespobladas a las órdenes militares (Santiago, Calatrava, Alcántara, Temple), son tierras pobres y su economía se basa en la ganadería. En la segunda mitad del siglo se producen los llamados repartimientos, tras la toma de una ciudad se hace un inventario de los bienes y se reparten entre los que han participado en la conquista en función de su posición militar o social. Este modelo se continuará en el siglo XV tras la toma de Granada. Explica, en parte, la abundancia de latifundios en Andalucía.

  

            Cortes Estamentales.

        Es una institución de origen medieval con una larga evolución, por la cual ha sufrido cambios muy significativos. Fundamentalmente, es una asamblea presidida por el rey y en la que el reino está representado por lo más destacado de su sociedad, a saber, la Iglesia, la nobleza y las ciudades. En cada uno de los reinos que existieron en España, esta institución tuvo unas características propias, pero generalmente vinieron a tener un mismo sentido: regular las relaciones entre el rey y el reino, estructurado en estamentos. En Castilla y León, ya desde el siglo XIV la nobleza y la Iglesia habían dejado de participar en esta institución, estableciendo otros canales formales de relación con el rey. Las funciones de las Cortes fueron modulándose conforme pasaron los tiempos y en cada reino existían sus propias particularidades. En la Corona de Aragón, las Cortes acompañaban al rey en su labor legisladora, pero fundamentalmente esta institución fue utilizada en todos los reinos para pactar entre éstos y el rey las cuestiones relativas a la fiscalidad y al apoyo financiero que le prestaban. Aparte de este asunto, las Cortes también recogían en su tradición el derecho a manifestar ante el rey sus protestas por cuestiones determinadas, con la esperanza de que el monarca, como máxima autoridad y justicia, reparase los males señalados, lo que a veces convirtió a las Cortes en un lugar donde se expresó la protesta política.

 

        Nobleza.  

        Estamento o grupo social que apareció en Europa durante la época medieval. Entonces se consideraba que la función social de los nobles  consistía en defender con las armas al conjunto de la sociedad. Durante el Antiguo Régimen, el estamento nobiliario formaba un grupo minoritario y privilegiado, que se distinguía por su poder económico, su prestigio social y su influencia política. Aunque a la nobleza se pertenecía por nacimiento, también era posible (aunque poco frecuente) acceder a este estamento mediante la compra de un título o gracias a la concesión regia de un ducado, un condado o un marquesado, como recompensa individual a los servicios prestados al rey. La nobleza formaba un grupo heterogéneo, ya que en su interior existían importantes diferencias de renta, poder y riqueza. Durante mucho tiempo, los nobles demostraron su superiori­dad sobre el resto de la población, negándose a desempeñar todo tipo de oficios manuales y actividades económicas, a las que consideraban viles, propias de esclavos e indignas de su elevada condición. La preeminencia social de la nobleza quedaba además reforzada por gozar de un sistema penitenciario espe­cial y privilegiado, gracias al cual ningún noble podía ser torturado ni encarcelado por deudas. A mediados del siglo XVIII sus privilegios fueron combatidos por considerarse que estaban injustificados y los mismos nobles empezaron a ser descalificados y tachados de ociosos, inútiles y parásitos.

 

 

 

Temas 5 y 6. “Los Reyes Católicos: la construcción del Estado Moderno” y “La España del siglo XVI”

 

 

 

        Isabel la Católica (1451-1504).

        Reina de Castilla (1474-1504). Era hija de Juan II y de su segunda mujer Isabel de Portugal. En 1469 se casó con Fernando II de Aragón y a la muerte de su hermano Enrique IV de Trastámara, entabló una guerra con su sobrina Juana la Beltraneja por la sucesión al trono castellano y la venció en la batalla de Toro. Isabel y Fernando inauguraron en España el Estado moderno. Con ellos terminó la empresa medieval de la Reconquista, se inició el camino hacia la unidad territorial y surgió la monarquía autoritaria con una nueva organización interna. La nobleza fue colaboradora en el nuevo régimen, viendo consolidado su dominio económico y social y generalizada legalmente la institución del mayorazgo. Los reyes decidieron terminar con el último bastión musulmán en Europa occidental mediante la conquista del reino Nazarí de Granada (1481-1492). Fueron decisiones preferentemente de Isabel el empeño de conseguir la unidad religiosa mediante el establecimiento de la nueva Inquisición (1478), dirigida en principio contra los conversos, y la expulsión de los judíos (1492). Voluntad también de la reina fue mantener una amistad cada vez más estrecha con Portugal, mediante enlaces matrimoniales. Gran empeño puso igualmente en la expansión ultramarina en el Atlántico que culminaría con el descubrimiento de América (1492). En política internacional, aceptó las directrices de Fernando, heredadas de Aragón. Con tropas y dinero castellanos Fernando pudo llevar a cabo la conquista de Nápoles (1494-1504). Fruto de esta política mediterránea sería el título de Reyes Católicos que les concedió en 1496 el papa Alejandro VI.

 

        Inquisición.

        Tribunal eclesiástico encargado de la represión de la herejía y otros delitos contra la fe cristiana (brujería, apostasía, falsas conversiones, bigamia…) Se conocía también con el nombre de Santo Oficio, fue  creada por el papa Gregorio IX en 1233 y eran los dominicos los encargados de su funcionamiento. Se extendió por muchos países europeos durante los últimos siglos medievales, con la excepción de Inglaterra. En España aparece plenamente articulada con los Reyes Católicos. Estaba dirigida por el Consejo de Suprema y General Inquisición, presidido por el inquisidor general; tenía tribunales provinciales y sus sentencias podían implicar desde la absolución hasta la muerte en la hoguera, pasando por la prisión, el uso del sambenito o distintivo infamante, etc. Las ejecuciones públicas se conocían como autos de fe. Fueron famosos los métodos para la obtención de declaraciones basados en la tortura y este hecho fue utilizado por la la leyenda negra forjada por otros países contra España en el XVI y XVII. En el siglo XVIII se opuso frontalmente a las reformas y consiguió la destitución de Olavide. Fue suprimida por las Cortes de Cádiz en 1813, revivió en los periodos absolutistas de Fernando VII y desapareció definitivamente en 1834. La Inquisición ejerció un rígido control sobre la cultural y, en particular sobre la censura, importación y edición de libros.    

 

        Reino Nazarí.

         Núcleo político de la España islámica, constituido en la zona penibética de Andalucía a comienzos del siglo XIII, tras la disolución del Imperio almohade, y que logró sobrevivir dos siglos y medio, hasta finales del siglo XV. El fundador del reino fue Muhammad I Ibn Nasr(1237-1273). En tiempo de sus sucesores, Muhammad II y Muhammad III  los nazaríes buscaron la alianza de los benimerines. La crisis abierta en tiempos del emir Nasr (1309-1314), y continuada en el de sus sucesores, posibilitó la ofensiva militar castellana, (batalla del Salado, 1340, y conquista de Algeciras, 1344). En el siglo XV el reino nazarí vivió una crisis permanente, como lo pone de relieve el que entre 1417 y 1450 hubiera diez cambios de emires. El último emir fue Muhammad XI, más conocido por Boabdil, coetáneo de la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492. El reino nazarí tuvo una población numerosa, pues recibió muchos inmigrantes musulmanes procedentes de la España cristiana. Desde el punto de vista económico destacaban la agricultura irrigada y la industria de la seda, pero también era importante el comercio, en el que participaban hombres de negocios genoveses instalados en Granada. En el terreno artístico los nazaríes están indisolublemente unidos al palacio de la Alhambra, construido en el siglo XIV como residencia oficial de los emires.

 

        Comuneros.

         Guerra civil castellana que se desarrolló entre 1520 y 1522. En el origen se encuentran las presiones de Carlos I para conseguir elevados subsidios en las Cortes de La Coruña, así como la entrega de los principales cargos del reino a los  señores flamencos que acompañan al nieto de los RR.CC. Parece que la insurrección se inició en Segovia y a ella se sumó Toledo, Burgos, Ávila… En Ávila se formó una Santa Junta que, presidida por Lasso de la Vega, entregó a Padilla el mando del ejército insurrecto. La Junta se trasladó a Tordesillas, donde estaba presa Juana la Loca, y dijeron actuar en su nombre. El movimiento era eminentemente urbano, y la nobleza castellana, asustada, cerró filas a favor de Carlos I. El rey, desde Alemania, intentó una política conciliadora que no fue aprovechada por los comuneros que, dirigidos por Girón que les traicionó posteriormente, perdieron Tordesillas mientras las fuerzas realistas crecían. Tras un primer momento en el que los comuneros parecían tener una posición de fuerza, las tropas dirigidas por Padilla fueron derrotadas el 23 de abril de 1521 en Villalar, cerca de Tordesillas y los principales dirigentes ajusticiados. La viuda de Juan de Padilla en Toledo continuó sola el levantamiento hasta que fue derrotada. Tras la derrota el poder real se fortaleció todavía más en Castilla y las cortes se convirtieron en un simple instrumento del rey e instrumento principal de su política imperial en Europa. Los realmente derrotados fueron los burgueses y los vencedores sus enemigos nobles que vieron perpetuado el sistema señorial. El momento no estaba maduro todavía para el triunfo de una revolución burguesa.

 

        Germanías.

        Revueltas populares espontáneas que se produjeron en las regiones de Valencia y Mallorca, entre 1519 y 1523, durante el reinado de Carlos V. Las violentas protestas de los agermanados -entre los cuales predominaban los trabajadores urbanos, los pequeños artesanos y los campesinos- comenzaron a causa del exceso de impuestos, de los abusos señoriales, del incremento de los precios y de la falta de alimentos. Desde el primer momento, los rebeldes dirigieron su agresividad contra las autoridades reales -el virrey fue expulsado y su casa quedó arrasada-, a la vez que efectuaban ataques y saqueos contra las propiedades de los nobles terratenientes y contra la población de origen mudéjar. Los agermanados se enfrentaron a las tropas enviadas por el rey, y lograron hacerse con el control de extensas zonas rurales y de numerosas ciudades como Valencia, Játiva, Castellón, Villarreal, Orihuela, Alcira, Peñíscola y Gandía. En todas ellas suprimieron el pago de los impuestos. Dada la gravedad, fuerza y radicalismo de esta revuelta social, el monarca Carlos V se vio obligado a mandar un importante contingente militar para someter por la fuerza a los rebeldes. La represión posterior y las medidas de castigo que se adoptaron fueron muy crueles, pues el número de sentencias de muerte dictadas contra los agermanados superó el millar.

 

        Concilio de Trento (1545-1563).

        Décimo noveno concilio ecuménico de la Iglesia católica apostólica romana que, en respuesta a la Reforma protestante, inició una reorientación general de la Iglesia y definió con precisión sus dogmas esenciales. Los decretos del concilio fueron confirmados por el papa Pío IV en 1564, y fijaron los modelos de fe y las prácticas de la Iglesia hasta mediados del siglo XX. Todo el mundo consideraba necesario, a finales del siglo XV y principios del XVI, un concilio para reformar la Iglesia. El concilio se inauguró en Trento, en el norte de Italia, el 13 de diciembre de 1545. Con escasa participación al principio y nunca libre de obstáculos políticos, el concilio aumentó en número de asistentes y prestigio a lo largo de las tres fases en que se reunió. La primera fase del concilio fue la que tuvo mayor alcance. Uno de los primeros decretos afirmaba que las Escrituras tenían que ser entendidas dentro de la tradición de la Iglesia, lo que representaba un rechazo implícito del principio protestante de “sólo Escrituras”. Esta sesión también se ocupó con menos tino de ciertas cuestiones disciplinarias, como la obligación de los obispos de residir en las diócesis de las que fueran titulares. La segunda fase del concilio centró su atención en los sacramentos.  Suspendido por una declaración de guerra, el concilio se volvió a reunir para su fase final (1561-1563). En sus deliberaciones se impusieron cuestiones disciplinarias, para hacer hincapié en el problema pendiente de la residencia episcopal, considerado por todas las partes clave para la ejecución de la reforma.

 

        Hernán Cortés.

        Conquistador español (1485 - 1547). Estudió leyes en Salamanca. En 1504 marchó a América y participó en la conquista y colonización de Cuba a las órdenes de Diego Velázquez, quien le encargó una expedición a México. Venció a los indios en Tabasco, fundó las ciudades de Villa Rica y Vera Cruz, hoy Veracruz, donde recibió emisarios de Moctezuma, el emperador azteca. En su marcha hacia México venció a los tlaxcaltecas, que se convirtieron en sus aliados contra los aztecas. En 1519 llegó a México, donde fue recibido y agasajado por Moctezuma, a quien hizo prisionero con el pretexto de que algunos españoles habían sido asesinados en Veracruz y exigió un crecido rescate para su liberación. Enterado de que había llegado a San Juan de Ulúa una escuadra enviada por Velázquez y mandada por Pánfilo de Narváez, salió a su encuentro y la sometió. Hubo de volver inmediatamente a México, donde los aztecas se habían sublevado contra su lugarteniente Pedro de Alvarado. Muerto Moctezuma, los españoles se vieron obligados a emprender una peligrosa retirada que se conoce con el nombre de Noche triste (1 de julio de 1520). Reorganizados los españoles, consiguieron la victoria en Otumba. Al año siguiente volvió a México, sitió la ciudad, hizo prisionero a Cuauhtémoc y consiguió su rendición. Poco después, sometido todo el país, comenzó su colonización. Carlos I le nombró gobernador, capitán general y justicia mayor de Nueva España. Relató sus hechos en cinco Cartas de relación que dirigió al emperador.

 

        Armada Invencible.

        La intervención militar -no declarada- de la reina inglesa Isabel en los Países Bajos, apoyando las posiciones de los rebeldes de Flandes, y la financiación y su soporte institucional a la piratería en todo el Atlántico contra los buques y navíos españoles, determinaron la organización por parte de Felipe II de una gran armada para invadir Inglaterra. Se trataba de una gran empresa en la que habrían de ponerse en pie de guerra más de 30.000 hombres -entre soldados y marineros- con una estructura naval de cerca de 130 barcos. Fallecido el marqués de Santa Cruz, el monarca nombró al duque de Medinasidonia como capitán general pese a que sus dotes no eran de tanta evidencia como las de su antecesor. La flota zarpó de Lisboa en marzo de 1588. El plan de batalla contemplaba el encuentro de la flota con los tercios de Alejandro Farnesio, que sería quien, finalmente, asumiría la invasión propiamente dicha. Desgraciadamente, por la acción de los marinos ingleses Drake, Howard y Seymour, ese encuentro no pudo producirse. La hostilidad de los buques enemigos, la deficiencia de los preparativos, y la falta de coordinación determinaron que la flota se desperdigase al entrar en el Canal de La Mancha y sus buques fueran terriblemente castigados por el enemigo y la dureza de los elementos. Felipe II reaccionó con serenidad ante el fracaso de la armada, pero no se pudo impedir que el pesimismo se extendiese por toda la monarquía.

 

 

 

 Temas 7 y 8.“La España del Barroco” y “El siglo XVIII: los primeros Borbones”

 

 

        Duque de Lerma (1553-1625).

        Don Francisco Gómez de Sandoval fue el V marqués de Denia. En 1599, tras la muerte de Felipe II, era nombrado gran chambelán. Muy pronto, los cargos y oficios de la casa del rey fueron ocupados por la parentela de don Francisco Gómez de Sandoval que, en aquellos momentos, veía cómo, por el favor real, era elevado a la dignidad de duque de Lerma. Desde esta posición, y en las cercanías del monarca, el duque de Lerma copó para sí y para su linaje todas las prebendas políticas, sociales y económicas. Los historiadores han llamado a este tipo de influencia el gobierno del «valimiento». Durante el valimiento de Lerma, la hacienda del reino no pudo eliminar, ni aún disminuir la deuda, resultando estériles todos los remedios que se expresaron. También tuvo lugar la expulsión de la minoría morisca, causando gravísimos trastornos a las economías nobiliarias, cuyos vasallos fueron los expulsados, y se firmó la Tregua de los Doce Años con Holanda. La excesiva corrupción generada por Lerma, la oposición de la reina y el escándalo de Rodrigo Calderón, confidente del duque, constituyeron elementos que minaron la confianza del rey en su valido. En 1618 Lerma fue nombrado cardenal y se retiró a sus dominios; ello le preservó de la acción de la justicia que se activó a la muerte del rey en 1621.

 

        Tregua de los Doce Años.

        Nombre por el que es conocido el acuerdo de cese en las hostilidades entre la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas durante la guerra de los Países Bajos, firmado en 1609 en Amberes (actual Bélgica). En el transcurso de dicho conflicto, en 1598, Felipe II nombró a su hija Isabel Clara Eugenia (casada con el archiduque de Austria Alberto de Habsburgo) gobernadora de los Países Bajos, que el 18 de abril de 1607, acordaron firmar una primera tregua, después de unas negociaciones iniciadas un año antes. Seguidamente dieron comienzo nuevas conversaciones, tras conseguir los archiduques plenos poderes del rey español Felipe III. Dada las dificultades de llegar a un acuerdo de paz, se obtuvo al menos un pacto de tregua el 9 de abril de 1609. El Rey español (que ratificó la Tregua tres meses más tarde) reconocía la existencia independiente de las Provincias Unidas (las cuales la corroboraban en agosto), que podían comerciar en cualquier territorio hispano, y ambas partes adquirían el derecho a disponer de los territorios conquistados hasta entonces.

 

        Moriscos.

        Cuando a finales del  siglo XV –al igual que los judíos- los musulmanes españoles son obligados a convertirse o emigrar, un gran número de ellos se convierte al cristianismo, esos son los moriscos. La conversión no fue sincera en la mayoría de los casos, y la población siguió en secreto con la religión islámica y controlada estrechamente por la Inquisición. Ya en la segunda mitad del siglo XVI llevó a cabo una gran rebelión en las Alpujarras granadinas, quemando un gran número de iglesias y erigiéndose en líder de la rebelión un tal Muley Hacén que se decía descendiente de los reyes granadinos. La rebelión fue sofocada por don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II. Gran parte de los moriscos granadinos fueron deportados a otros lugares de Castilla. En 1609 el rey Felipe III decreta la expulsión definitiva de los moriscos. Los daños para algunos reinos como Valencia fueron inmensos, pues eran la mayoría de la población agrícola y sus señores protestaron ante el rey sin conseguir revocar la orden. Desde los puertos del Mediterráneo los moriscos embarcaron hacia el norte de África, contribuyendo a revitalizar algunas ciudades como Fez. Especialmente intensa fue la influencia de estos moriscos en Túnez, donde levantaron varias ciudades y su singularidad estuvo presente en aquella zona durante generaciones, conservándose la lengua, la forma de vestir, la afición al teatro… hasta hace pocos años.

 

        Paz de los Pirineos.

        Tratado firmado en 1659 por el que finalizó la guerra entre la Corona española y la francesa declarada en 1635 dentro de la guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la rebelión de Cataluña de 1640 o guerra dels Segadors. Fue firmado en la isla de los Faisanes por Luis Menéndez de Haro, representante de Felipe IV, rey de España, y el cardenal Giulio Mazarino, representante de Luis XIV, rey de Francia. Se aprobaron cláusulas relativas a la reorganización territorial de Europa y a las relaciones comerciales y políticas entre Francia y España. En la frontera del norte Francia recibió, junto a las plazas de Metz, Toul y Verdún, algunos territorios de los Austrias españoles: el condado de Artois, Hainaut, Luxemburgo y Rocroi. Los franceses devolvieron a España el Charolois —en el Franco Condado— y las conquistas de Italia. En la frontera catalana del sur, devolvieron territorios ocupados a cambio del dominio sobre el Rosellón, el Conflent, el Vallespir y una parte de la Cerdaña. Los negociadores españoles aceptaron la mutilación de Cataluña a cambio de mantener posiciones en Flandes. Una cláusula de trascendencia política fue el matrimonio de Luis XIV con la hija mayor de Felipe IV, María Teresa, que años más tarde abriría las puertas del trono español a los Borbones.

 

        Tratado de Utrecht.

        Si por la paz de Westfalia Francia sucedía a España como potencia hegemónica, por el tratado de Utrecht (1713-14) Gran Bretaña logra que el principio de hegemonía sea sustituido por el de equilibrio continental donde ninguna nación tiene la hegemonía. Este tratado pone fin a la guerra de Sucesión española iniciada en 1700 y a la guerra civil dinástica en el interior de España por la sucesión de Carlos II (Castilla apoyaba a Felipe de Anjou y Aragón al archiduque Carlos). En Europa Austria, Holanda y Gran Bretaña consideraban que el archiduque Carlos de Austria era el candidato con más derecho, veían con malos ojos que una misma dinastía reinara a ambos lados de los Pirineos. Después de muchas escaramuzas y agotamiento físico de los contendientes, a partir de 1711 se vislumbra la paz, en ese mismo año el archiduque Carlos se convierte en emperador de Austria, Gran Bretaña no vería con simpatía un mismo gobernante en Austria y en España. Al final se llega a un acuerdo: Felipe de Anjou reinaría en España pero a cambio España sería “debilitada”, perdería Milán, Nápoles, Sicilia y Flandes que pasarían a Austria a modo de compensación; Gran Bretaña, además de ventajas comerciales con América, obtenía la isla de Menorca y Gibraltar. De la misma forma se impediría que en el futuro todos esos antiguos territorios españoles estuvieran dominados por un rey español, así, en 1759 Carlos III tuvo que dejar el trono de Nápoles para convertirse en rey de España.

 

        Decretos de Nueva Planta.

        Serie de decretos que en la España de principios del siglo XVIII suprimieron el gobierno propio de los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y del principado de Cataluña. Fueron promulgados por Felipe V en respuesta al apoyo que las instituciones de estos territorios habían prestado al archiduque Carlos de Austria más tarde el emperador Carlos VI en la guerra de Sucesión. Obedecen, también, a la tendencia centralizadora que el rey había conocido en su Francia natal. Esta tendencia consideraba que la mejor forma de gobernar sus reinos y territorios era con unas mismas leyes y con unas instituciones similares que fueran totalmente dependientes de la Corona. En 1707 se promulgó el primer decreto de Nueva Planta que abolía los fueros de Aragón y Valencia imponiendo una legislación y unas instituciones muy similares a las del reino de Castilla. El segundo decreto se promulgó en 1715 para el reino de Mallorca, y en 1716 se publicó el tercer decreto para el principado de Cataluña que disolvió sus instituciones de gobierno (Generalitat, Consell de Cent y otros). Se creó la Real Audiencia, presidida por el capitán general y una Superintendencia que heredó los bienes y rentas que tenía la Generalitat y creó un nuevo tipo de impuesto, semejante a la talla o al equivalente llamado catastro. Se prohibió el uso del catalán en la administración judicial y en la nueva administración. La Nueva Planta también afectó al poder territorial, organizándose los corregimientos a la manera castellana.

 

        Marqués de la Ensenada.

        Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada (1702-1781), político español, artífice de las grandes reformas administrativas de los reinados de Felipe V y Fernando VI. Tras demostrar su valía en la reconquista de Orán (1732), y en la expedición a Nápoles (1733) fue recompensado con el título de marqués de la Ensenada en 1736. A la muerte de José del Campillo, pasó a encabezar la administración ocupando las secretarías de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, y Estado. Desde esta posición abordó un amplio programa de reformas en la administración y en la hacienda, el comercio de las Indias, la construcción naval y el fortalecimiento del Ejército como base para el mantenimiento de la paz desde una postura neutral. Su política de regalismo extremo condujo a la firma del Concordato de 1753: entre otros derechos, la Corona obtuvo de Roma el patronato universal sobre los beneficios eclesiásticos. La caída de Ensenada estuvo relacionada con la crisis política abierta en 1754, al prevalecer los intereses ingleses y antijesuitas que representaban el duque de Huéscar y Ricardo Wall. Ensenada fue destituido. Murió el 2 de diciembre de 1781 en Medina del Campo (Valladolid).

 

        Ilustración.

        Movimiento intelectual e ideológico surgido en la Europa del siglo XVIII y basado en el racionalismo (confianza en el poder de la razón y del conocimiento humanos como instrumentos capaces de transformar y mejorar la realidad social), en el utilitarismo, en la defensa de la educación y en la difusión de los conocimientos científicos, así como del progreso técnico. Los ilustrados eran reformistas, afirmaban la tolerancia religiosa, defendían la libertad de pensamiento y de expresión, se oponían al mantenimiento de los privilegios y de la tiranía, critica­ban el poder clerical, censuraban la excesiva influencia política y educativa de la Iglesia, rechazaban las supersticiones y denunciaban los prejuicios tradicionales. Sólo una parte minoritaria de la población europea -una élite culta y adinerada perteneciente a los grupos sociales de la alta bur­guesía y de la aristocracia- reci­bió y aceptó con entusiasmo las ideas ilustradas. Algunos de los más destacados filósofos y pensadores que compartieron las posiciones, mentali­dad y valores propios de la Ilustración fueron: Voltaire, Mon­tesquieu, Diderot y Condillac (todos ellos franceses y colabo­radores en la Enciclopedia); el británico Hume; el alemán Kant; y los españoles Feijoó, Mayans, Jovellanos y Campomanes. La Historiografía conservadora ha visto a la Ilustración como la importadora de todos los males de España. Actualmente, se considera que en el s. XVIII se echaron los cimientos de la modernización del país.