Documentos.
Documento
47.
A
favor de los cercamientos de campos.
Cercamiento. Son tales y tantos los beneficios y ventajas que se podrían
derivar de un total cercamiento de las common lands que es imposible describirlos
o enumerarlos. Daría la oportunidad de separar las tierras áridas de
las húmedas, la de desecar estas últimas, la de abonar las zonas agotadas, y
todo ello podría producir inestimables resultados: el nuevo ordenamiento
permitiría, con la ayuda de hábiles ganaderos, la cría de ovinos y de bovinos
de raza mucho mejor que las que se ven
habitualmente en estas zonas, en donde hay animales miserables y medio muertos
de hambre. Teniendo el ganado en zonas cercadas se conseguiría mantener a un número
mayor con una misma cantidad de alimento. Su costumbre de vagar y de moverse no
sólo destruye la hierba con sus pisadas, sino que también los reduce a huesos
y piel. Y ello en la actualidad hace necesaria la presencia de un pastor que los
meta y los saque del establo. De otro lado, y mediante este sistema, el ganado
podría rendir a la comunidad y a los individuos cien vences más de lo que hacía
hasta ahora, antes de los cercamientos. Por último, y fundamental aspecto, se
podría proteger el ganado de la peste, esa mortal enfermedad que hace terribles
estragos en nuestros rebaños. Hay que añadir que se abastecería mejor de
carne de buey y de cordero a los mercados y que le precio de estos géneros se
reduciría considerablemente.
Hay que señalar también que el sistema de las common lands
nunca ha aportado nada a la solución del problema del empleo. Y que apenas se
hiciera un cercamiento, la situación se transformaría positivamente, y una
desolada tierra incultivada se convertiría en la más risueña de las zonas.
Actividades y trabajos de toda índole se desarrollarían en esos lugares. El
que quisiera contribuir a esa empresa encontraría una gran cantidad de
ocasiones de trabajo: excavar fosas y canales de desagüe, construir terraplenes
y vallas, plantar setos y árboles; los fabricantes de carros, los carpinteros,
los herreros y demás artesanos del campo no tendrían que quedarse con los
brazos cruzados pues habría mucho trabajo para ellos en la construcción de
factorías y de sus respectivos anexos, y en la proyección y construcción de
caminos, puentes, cercados, empalizadas, aperos agrícolas, etc. Pocos años
después, tras haber llevado a buen término estos primeros y temporales
esfuerzos, y cuando todo el conjunto estuviera organizado en un sistema agrícola
regular, se podría alimentar y dar trabajo a una población notablemente
aumentada.
MIDDLETON, John, View of the agriculture of Middlesex, 1798.
Documento
48.
Los
cercamientos de campos y otros gráficos.
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Documento
49.
El trabajo de los niños en las fábricas (1796).
“La experiencia ha demostrado ya todo lo que
puede producir el trabajo de los niños y la ventaja que se puede hallar en
emplearlos tempranamente en las labores de que son capaces. El desarrollo de las
escuelas de industria debe dar también resultados materiales importantes. Si
alguien se tomase la molestia de calcular el valor total de lo que ganan desde
ahora los niños educados según este método, se sorprendería al considerar la
carga de que exonera al país su trabajo, que basta para subvenir a su
mantenimiento, y los ingresos que sus esfuerzos laboriosos y los hábitos en los
que son formados vienen a añadir a la riqueza nacional.”
Discurso
de William Pitt, en la discusión del Bill Whitbread sobre la asistencia pública,
12 de febrero de 1796.
Documento
50.
La explotación de
la mujer en el sector minero.
“Me casé a los 23 años y fue entonces cuando fui a la mina. Antes, cuando tenía 12 años, era tejedora. No sé leer ni escribir. Trabajo para Andrew Knowles de Little Bolton (Lancashire) y llevo a casa algunas veces 7 chelines a la semana, algunas veces menos. Arrastro las vagonetas de carbón y trabajo seis horas por la manaña y seis al mediodía. Paro casi una hora al mediodía para comer, un poco de pan y un poco de mantequilla, sin nada para beber. Tengo dos niños pero aún son demasiado pequeños para trabajar. He tirado de las vagonetas incluso estando embarazada. Conozco una mujer que volvió a casa, se lavó, se metió en cama, parió y volvió a hacer el mismo trabajo en menos de una semana.
Tengo una correa alrededor de la cintura y una cadena entre las
piernas, y tengo que andar a gatas. Las cuesta es muy empinada y nos agarramos a
la cuerda o a lo que podemos, cuando no hay cuerda (...).
En el pozo en el que trabajo hay seis mujeres y seis chicos y chicas.
Es un trabajo durísimo para una mujer. El pozo está siempre húmedo y el agua
nos llega hasta las rodillas. Un día me llegó hasta los muslos, y con la que
cae del techos es terrible. Mis ropas están casi siempre empapadas.
Una prima mía se ocupa de los niños durante el día. No consigo hacer
nada cuando vuelvo a casa por la noche, y a veces me duermo antes de lavarme. He
arrastrado vagonetas hasta arrancarme la piel. Y es mucho peor cuando se espera
un hijo. Mi capataz me ha pegado algunas veces porque no estaba dispuesta. Al
principio no conseguía acostumbrarme y él tenía poca paciencia. He visto a más
de un hombre pegar a su vagoneteta.”
Testimonio de Betty
Harris delante de una Comisión parlamentaria de investigación, 1842.
Documento
51.
La prostitución femenina en la 1ª Revolución
Industrial.
“Contó su historia cubriéndose la cara con las manos, lloraba tan
fuerte que era difícil entender sus palabras...Yo trabajaba en una fábrica de
ropa barata -en la sección de camisas, (camisas elegantes y ribeteadas)-,
cobraba 2 peniques y medio por cada una... Trabajando todos los días desde las
cinco de la mañana hasta medianoche podía hacer siete camisas en una semana.
Esto significaba 17 peniques y medio por una semana completa de trabajo. De ahí
hay que descontar el algodón, que me costaba dos peniques semanalmente, con lo
que me quedaban 15 y medio para pagar ellos el alquiler, la comida y las velas.
Estaba soltera y recibía un poco de ayuda de mis amigos, pero ni aun así me
era posible sobrevivir. Estaba obligada a salir por las noches a buscarme las
habichuelas. Tenía un hijo que lloraba a menudo pidiendo comida. Por eso, dado
que no podía conseguir lo mínimo para él ni para mi misma con mi trabajo,
tuve que echarme a las calles y ganarme la vida de esa manera...
Mi padre era un predicador de la iglesia Independiente, y juro que fue el
bajo salario que recibía por mi trabajo lo que me llevó a la prostitución. A
menudo luchaba contra ello y muchas veces fui con mi hijo por las calles
pidiendo limosna, para evitar que la vergüenza cayese por más tiempo sobre
nosotros. He hecho almohadillas para alfileres y otros artículos de adorno
–los que podía reunir poco a poco- y los he llevado a las calles a vender
para intentar procurarme una vida honesta, pero no pude. A veces me pasaba toda
la noche bajo la lluvia y no vendía nada, yo y mi hijo juntos; y cuando de esta
manera no conseguíamos nada, solíamos sentarnos en un cobertizo porque estaba
demasiado cansada para permanecer de pie con mi hijo y era tan pobre que ni
siquiera podía pasar la noche en un hostal a crédito. Una noche se le
congelaron las piernas. Nos sentamos en el escalón de una
portería. Intenté llegar al asilo pero estaba tan débil que no pude.
La nieve cubría mis zapatos. Había estado nevando todo el día y yo y mi hijo
habíamos estado por la calle. No habíamos comido desde la mañana anterior...
Una dama me vio sentada en el escalón de la portería, me llevó a su casa y
frotó las piernas de mi hijo con coñac. Nos dio algo de comer para los dos,
pero yo estaba tan mal que no puede ingerir nada.
Llegué al asilo aquella misma noche. Les dije que nos estábamos muriendo de hambre, pero se negaron a admitirnos por no tener los papeles requeridos. Así que volví a la prostitución de nuevo durante un mes más. No pude encontrar ningún trabajo... Más tarde conseguí los papeles para el asilo, y estuve allí durante dos años. En cuanto traspasamos la puerta me separaron de mi hijo y no me permitían verlo más que una vez al mes. Finalmente, yo y otra amiga, dejamos la "casa" para trabajar en cubiertas de paraguas, y así poder tener a nuestros hijos con nosotras... De esa forma ganaba de 3 a 4 chelines semanales, y desde entonces abandoné la prostitución... Si hubiese continuado haciendo camisas habría seguido siendo prostituta hasta hoy.”
H. MAYHEW: Prostitución
entre las costureras. "Crónica de la mañana", 13, Noviembre 1849.
Documento
52.
El falansterio de Fourier.
“...
Es muy importante prevenir lo arbitrario en las construcciones, pues cada
fundador querrá distribuir a su fantasía.
Los civilizados, teniendo comúnmente el instinto de
los falsos, no dejarían de preferir la mas viciosa de las distribuciones. Esto
ha ocurrido en New Harmony, donde el fundador Owen ha escogido precisamente lo
que se debía evitar: el cuadrado o monotonía perfecta...
Hace falta para una Asociación de 1.500 a 1.600
personas un terreno de una legua al cuadrado aproximadamente, es decir, unos
seis millones de toesas cuadradas (12.000.000 de metros cuadrados). Que el país
esté provisto de un bello río, que se halle atravesado por colinas y propio
para cultivos variados, que esté adosado a un bosque y poco alejado de una gran
ciudad, pero bastante para evitar inoportunos.
Estará forzada a aislarse de sus pérfidos vecinos en
cualquier relación pasional y espiritual. Esta desconfianza no impedirá
admitir a algunos civilizados como espectadores consignados en “cuarentena
moral”, y esta admisión condicional será objeto de una especulación muy
lucrativa.
El falansterio deberá ser construido con materiales de
poco valor, madera, ladrillos... , porque sería imposible en esta primera
prueba determinar exactamente las dimensiones convenientes.
El centro del palacio o falansterio debe estar dedicado
a las funciones tranquilas, comedores, bolsa, consejo, biblioteca, estudio,...
En él se colocan el templo, la torre de mando, el telégrafo, las palomas
mensajeras, el carillón de ceremonias, el observatorio, el patio de invierno
guarnecido de plantas resinosas, situado detrás del patio de Parada.
Una de las alas debe reunir todos los talleres
ruidosos, como carpintería, forja, trabajo con martillos; debe contener también
todas las reuniones industriales de los niños, que por lo común son muy
ruidosos en la industria, e incluso en la música.
El otro ala debe contener la Posada, con sus salas de
baile y relaciones para extranjeros, con el fin de que no atesten el centro del
palacio y no molesten en las relaciones domésticas de la Falange.
El falansterio debe contener, aparte de los
apartamentos individuales, muchas salas de relaciones públicas: se les llamará
“seristerios” o lugares de reunión...
Los establos, graneros y tiendas deben estar colocados,
a poder ser, enfrente del edifico. El intervalo entre ambos
servirá de Patio de Honor o plaza de maniobras, que debe ser amplia.”
CH.
FOURIER Disposiciones de la Falange de Ensayo (1822).
Documento 53.
La plusvalía.
La plusvalía que el
capital desembolsado C engendra en el transcurso de la producción, se presenta
a primera vista como el excedente del valor del producto sobre el valor de sus
elementos.
El capital C se descompone en dos partes: una suma de dinero c (capital
constante), invertida en medios de producción, y otra suma de dinero v (capital
variable), invertida en fuerza de trabajo. Por tanto, al comenzar el proceso, C=
c + v, o para poner un ejemplo, el
capital desembolsado de 500 libras esterlinas = 410 libras esterlinas + 90
libras esterlinas. Al terminar la operación productiva, tenemos como resultado
una mercancía cuyo valor es igual a c + v + p (siendo p la plusvalía), por
ejemplo.
410 libras esterlinas + 90 libras esterlinas + 90 libras esterlinas. El
capital primitivo C se ha transformado en C´, de 500 libras esterlinas en 590.
La diferencia entre ambas cantidades es igual a p, una plusvalía de 90.
MARX,
K. El Capital.
Documento 54.
El concepto de plusvalía: la explicación de Engels.
“Ahora
bien, ¿qué ocurre después de que el obrero vende al capitalista su fuerza de
trabajo; es decir, después que la pone a su disposición a cambio del salario
convenido, por jornal o a destajo? El capitalista lleva al obrero a su taller o
a su fábrica, donde se encuentran ya preparados todos los elementos necesarios
para el trabajo: materias primas y materiales auxiliares (carbón,
colorantes...) herramientas y maquinaria. Aquí, el obrero comienza a trabajar.
Supongamos que su salario es, como antes, de tres marcos al día, siendo
indiferente que los obtenga como jornal o a destajo. Volvamos a suponer que, en
doce horas, el obrero, con su trabajo, añade a las materias primas consumidas
un nuevo valor de seis marcos, valor que el capitalista realiza al vender la
mercancía terminada. De estos seis marcos, paga al obrero los tres que le
corresponden y se guarda los tres restantes. Ahora bien, si el obrero, en doce
horas, crea un valor de seis marcos, en seis horas creará un valor de tres. Es
decir, que con seis horas que trabaje resarcirá al capitalista el equivalente
de los tres marcos que éste le entrega como salario. Al cabo de seis horas de
trabajo, ambos están en paz y ninguno adeuda un céntimo al otro.
-¡Alto ahí! –grita ahora el capitalista- . Yo he
alquilado al obrero por un día entero, por doce horas. Seis horas no son más
que media jornada. De modo que
¡a seguir trabajando, hasta cubrir las otras seis horas, y sólo
entonces estaremos en paz! Y, en efecto, el obrero no tiene más remedio que
someterse al contrato que “voluntariamente” ha pactado, y en el que se
obliga a trabajar doce horas enteras por un producto de trabajo que sólo cuesta
seis horas...
Tal es el régimen económico sobre el que descansa
toda la sociedad actual: la clase obrera es la que produce todos los valores,
pues el valor no es más que un término para expresar el trabajo, el término
con que en nuestra actual sociedad capitalista se designa la cantidad de trabajo
socialmente necesario, encerrado en una determinada mercancía. Pero estos
valores producidos por los obreros no les pertenecen a ellos. Pertenecen a los
propietarios de las materias primas, de las máquinas y herramientas y de los
recursos anticipados que permiten a estos propietarios comprar la fuerza de
trabajo de la clase obrera. Por tanto, de toda la cantidad de productos creados
por ella, la clase obrera sólo recibe una parte”.
ENGELS,
F. Introducción a la edición de 1891 del estudio de K. Marx: Trabajo
asalariado y capital, 1847.
Documento 55.
La lucha de clases, motor de la Historia.
“Burgueses
y proletarios: Toda la historia de la sociedad humana, hasta hoy, es una
historia de luchas de clases.
Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y
siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y
oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida que
conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen
social o al exterminio de ambas clases beligerantes.
En los tiempos históricos nos encontramos a la
sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos, dentro de cada
uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y
posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos,
los esclavos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la
gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos
matices y gradaciones.
La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las
ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha
hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas
modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas.
Sin embargo, en nuestra época, la época de la burguesía,
se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la
sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos
enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el
proletariado.”
MARX, K. y ENGELS, F. El
manifiesto Comunista, 1848.
Documento 56.
La dictadura del proletariado.
“Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución
obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la
democracia[1].
El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando
paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de
la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del
proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos
los medios y con la mayor rapidez posible las energía productivas.
Claro está que, al principio, esto sólo podrá
llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen
burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan
económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento
serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindirse como medio
para transformar todo el régimen de producción vigente.
Estas medidas no podrán ser las mismas, naturalmente,
en todos los países.
Para los más progresivos mencionaremos unas cuantas,
susceptibles, sin duda, de ser aplicadas con carácter más o menos general, según
los casos:
1º Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación
de la renta del suelo a los gastos públicos.
2º Fuerte impuesto progresivo.
3º Abolición del derecho de herencia.
4º Confiscación de la fortuna de los emigrados y
rebeldes.
5º Centralización del crédito en el Estado por medio
de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio.
6º Nacionalización de los transportes.
7º Multiplicación de las fábricas nacionales y de
los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un
plan colectivo.
8º Proclamación del deber general de trabajar; creación
de ejércitos industriales, principalmente en el campo.
9º Articulación de las explotaciones agrícolas e
industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el
campo y la ciudad.
10º Educación pública y gratuita a todos los niños.
Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen
combinado de la educación con la producción material, etcétera.
Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan
desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en
manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político. El Poder político
no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de
la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar
contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como
desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de
producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el
antagonismo de clases, las clases mismas y, por tanto, su propia soberanía como
tal clase.”
MARX, K. y
ENGELS, F. El manifiesto... páginas 94-95.
Documento 57
El revisionismo
de Berstein.
La
conquista del poder político por la clase obrera y la expropiación de los
capitalistas no son objetivos finales, sino sólo medios para la realización de
ciertos esfuerzos y objetivos determinados. En cuanto tales, forman parte del
programa de la socialdemocracia y no son combatidos por nadie. Por lo que se
refiere a las circunstancias en las que se realizará, son imprevisibles. Pero
para poder conquistar el poder político son necesarios los derechos políticos,
y el más importante de los problemas de táctica que la socialdemocracia tiene
que resolver actualmente, a mi entender, es el del mejor medio de ampliar los
derechos políticos y económicos de los obreros alemanes. Hasta que nos se
encuentre una solución satisfactoria a este problema la acentuación de los
otros no será más que un ejercicio declamatorio.
BERSTEIN,
E. Carta al Congreso de Stuttgart, 1898.
Documento 58.
Diferencias entre Marx y Bakunin.
Marx
es un comunista autoritario y centralista. Quiere lo que nosotros queremos: el
triunfo de la igualdad económica y social, pero en el Estado y por la fuerza
del Estado; por la dictadura de un Gobierno provisional, poderoso y, por decirlo
así, despótico; esto es, por la negación de la libertad. Su ideal económico
es el Estado convertido en el único propietario de la tierra y de todos los
capitales, cultivando la primera por medio de asociaciones agrícolas, bien
retribuidas y dirigidas por sus ingenieros civiles, y comanditando los segundos
mediante asociaciones industriales y comerciales.
Nosotros
queremos ese mismo triunfo de la igualdad económica y social por la abolición
del Estado y de todo cuanto se llame derecho jurídico, que, según nosotros, es
la negación permanente del derecho humano. Queremos la reconstitución de la
sociedad y la constitución de la unidad humana, no de arriba abajo por la vía
de cualquier autoridad, sino de abajo a arriba por la libre federación de las
asociaciones obreras de toda clase emancipadas del yugo del Estado.
(...)
Hay otra diferencia, esta vez muy personal, entre él y nosotros. Enemigos de
todo absolutismo, tanto doctrinario como práctico, nosotros nos inclinamos con
respeto no ante las teorías que no podemos aceptar como verdaderas, sino ante
el derecho de cada cual a seguir y propagar las suyas (...) No es éste el
talante de Marx. Es tan absoluto en las teorías, cuando puede, como en la práctica.
A su inteligencia verdaderamente eminente, une dos detestables defectos: es
vanidoso y celoso. Le repelía Proudhon, tan sólo porque este gran nombre y su
reputación tan legítima le hacían sombra. Marx ha escrito contra él las más
nefandas cosas. Es personal hasta la demencia. Dice mis ideas, no queriendo
comprender que las ideas no pertenecen a nadie, y que si uno busca bien
encontrará que precisamente las mejores, las más grandes ideas, han sido
siempre el producto del trabajo instintivo de todo el mundo; lo que pertenece al
individuo no es más que la expresión de la forma.
Carta de Bakunin a su amigo Rubicone Nabruzzi, 23-VII-1872.
Documento 59
Ni Iglesia ni Estado.
En la
naturaleza como en la sociedad humana, que no es aún otra cosa que esa misma
naturaleza, todo lo que vive, vive sólo con esa condición suprema de
intervenir de la manera más positiva, y tan poderosamente como lo comporte su
naturaleza, en la vida ajena. La abolición de esta influencia mutua sería,
pues, la muerte. Y cuando reivindicamos la libertad de las masas no pretendemos
en absoluto abolir ninguna de las influencias naturales de ningún individuo ni
de ningún grupo de individuos que ejercen su acción sobre ellas. Lo que
queremos es la abolición de las influencias artificiales, privilegiadas,
legales, oficiales. Si la Iglesia y el Estado pudieran ser instituciones
privadas, nosotros seríamos indudablemente sus adversarios, pero no protestaríamos
contra su derecho de existir. Pero protestamos contra ellos porque siendo
indudablemente instituciones privadas en el sentido de que sólo existen en
efecto para el interés particular de las clases privilegiadas, no por ello se
sirven menos de la fuerza colectiva de las masas organizadas con objeto de
imponerse autoritaria, oficial y violentamente a las masas.
BAKUNIN, M.
Documento 60.
Rebeldía contra el Estado.
(...)
El Estado es una institución histórica, transitoria, una forma pasajera de la
sociedad.
(...) La rebeldía es mucho más fácil contra el
Estado, puesto que en la naturaleza misma del Estado hay algo que provoca la
rebeldía. El Estado es la autoridad, es la fuerza, es la ostentación y la
infatuación de la fuerza. No se insinúa, no trata de convertir: y siempre que
lo intenta, lo hace con muy mala pata; pues su naturaleza no consiste en
persuadir, sino en imponerse, en forzar. Se esfuerza un poco en enmascarar su
naturaleza de violador legal de la voluntad de los hombres, de negación
permanente de su libertad. Incluso cuando ordena el bien, lo perjudica y echa a
perder, precisamente porque lo “ordena”, y que toda orden provoca y suscita
las rebeldías legítimas de la libertad; y porque el bien, desde el momento que
es ordenado, desde el punto de vista de la auténtica moral, de la moral humana
(no divina por supuesto), desde el punto de vista del respeto humano y de la
libertad, pasa a ser el mal. La libertad, la moralidad y la dignidad humana del
hombre consisten precisamente en eso, en que hace el bien no porque se le ordena
sino porque lo concibe, lo quiere y lo ama.
BAKUNIN, M. La libertad.
Documento
61.
Estatutos
de la I Internacional.
Art. 1º
Se establece una asociación para procurar un punto central de comunicación y
de corporación entre los obreros, de diferentes países, que aspiran al mismo
objetivo, a saber: el concurso mutual, el progreso y la total liberación de la
clase obrera.
Art. 2º
El nombre de esta asociación será: Asociación
Internacional de Trabajadores.
Art.
3º. En 1865
tendrá lugar, en Bélgica, la reunión de un Congreso General. Este Congreso
deberá dar a conocer a Europa las comunes aspiraciones de los obreros, concluir
el reglamento definitivo de la Asociación Internacional, examinar los mejores
medios para asegurar el éxito de su trabajo y elegir el Consejo General de la
Asociación. El Congreso se reunirá una vez al año.
Art.
4º El Congreso
General radicará en Londres y constará de obreros que representan a las
diferentes naciones que forme parte de la Asociación Internacional. (...).
DROZ. Historia del Socialismo. Páginas 30-31.
Documento
62.
El
Imperialismo según Hobson.
Necesitamos
ineludiblemente mercados para nuestra creciente producción industrial.;
necesitamos nuevas salidas para invertir nuestros sobrantes de capital y
las energías del excedente de nuestra población. Esa expansión
es una necesidad vital para una nación con la grande y creciente
capacidad de producción que tiene la nuestra... Estos nuevos mercados tienen
que estar en países hasta ahora no desarrollados, principalmente
en los trópicos, en los que existe una numerosa población con
crecientes necesidades que nuestros fabricantes y comerciantes pueden satisfacer
(...) La experiencia muestra que la manera más segura de afianzar y desarrollar
dichos mercados es la creación de protectorados o la anexión .
Mucho mayor y más importante es la urgencia que tiene el capital de
encontrar en el extranjero negocios en los que invertir. Además,
mientras el fabricante y el comerciante se contentan con comerciar con las
naciones extranjeras, el inversor tiene una decidida tendencia a procurar la anexión
política de los países en los que radican sus inversiones más
beneficiosas. Se ha acumulado un gran volumen de ahorro que no puede
invertirse lucrativamente en Inglaterra y tiene que encontrar salida en
otros lugares.
Por costosa que sea, y por llena de peligros que esté, la expansión imperial es necesaria para que nuestra nación continúe existiendo y progresando. Si renunciamos a ella, dejaremos la dirección del desarrollo del mundo en manos de otras naciones, que entorpecerán nuestro comercio e incluso pondrán en peligro los suministros de alimentos y materias primas que necesitamos para la supervivencia de nuestra población. El imperialismo resulta, por tanto, no una preferencia, sino una necesidad.
J.A. HOBSON: Imperialism 1902.
a)
¿Qué intención tiene Hobson al escribir este texto? ¿Cuál creees
que puede ser su ideología?
b)
¿Cuáles son las causas del imperialismo que señala Hobson? ¿Crees
que Hobson señala las causas reales?
c)
Distingue entre imperialismo y colonialismo. ¿Qué formas de
colonialismo menciona Hobson?
d)
¿Por qué cree Hobson que el imperio es necesario para Inglaterra?
Documento
63.
El Imperialismo según
Lenin.
La libre competencia es la
característica fundamental del capitalismo y de la producción mercantil en
general; el monopolio es todo lo contrario de la libre competencia, pero ésta
última ese va convirtiendo ante nuestros ojos en monopolio, creando la gran
producción, desplazando a la pequeña, reemplazando la gran producción por
otra todavía mayor y concentrando la producción y el capital hasta tal punto,
que de su seno ha surgido y surge el monopolismo: los cartels, los sindicatos,
los truts y, fusionándose con ellos, el capital de una docena escasa de bancos
que manejan miles de millones. Y al mismo tiempo, los monopolios, que se derivan
de la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima de ella y
al lado de ella, engendrando así contradicciones, rozamientos y conflictos
particularmente agudos y bruscos. Si fuera necesario dar una definición lo más
breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase
monopolista del capitalismo. Esa definición comprendería lo principal, pues,
por una parte, el capital financiero es el capital bancario de algunos grandes
bancos monopolistas fundidos con el capital de los grupos monopolistas,
industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política
colonial, que se extiende sin obstáculos a las regiones todavía no apropiadas
por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación
monopolista de los territorios del globo enteramente repartido.
LENIN El imperialismo, fase superior del
capitalismo. 1870-1924.
Documento 64.
Causas
económicas del imperialismo.
Europa
puede considerarse como una casa de comercio que ha visto desde hace algunos años
decrecer su volumen de negocios. El consumo europeo está saturado; es preciso
hacer surgir de nuevas partes del mundo nuevas capas de consumidores,
so pena de asistir a la quiebra de la sociedad moderna.
JULES
FERRY (1832-1893) primer ministro francés y creador del imperio colonial.
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En este grabado ves a Cecil Rhodes: ¿Quién fue y qué pretendía? ¿Qué crees que representa la imagen?
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Documento
65.
Más
causas del colonialismo.
La primera forma de colonización es aquella que ofrece
un lugar donde vivir y trabajo al excedente de población de los países pobres
o de los que tienen un contingente humano excepcional. Pero hay otra forma de
colonización que afecta a los pueblos que cuentan con excedentes de capitales o
de productos. Esta es la forma moderna. Las colonias constituyen para los países
ricos una inversión de las más ventajosas (...) Afirmo que la política
colonial de Francia, que la política de expansión colonial, la que nos ha
impulsado a ir, bajo el imperio, a Saigón, a la Conchinchina, la que nos
conduce en Tunicia, la que nos ha llevado a Madagascar, afirmo que esta política
(...) está fundada en una realidad sobre la que es necesario llamar por un
instante vuestra atención, a saber, que una marina como la nuestra no puede
navegar sobre la superficie de los mares sin refugios sólidos, defensas,
centros de avituallamiento. Las naciones, en nuestro tiempo, no son grandes por
la actividad que desarrollan ni por el brillo pacífico de sus instituciones. Es
necesario que nuestro país se ponga a hacer lo que los demás y, puesto que la
política de expansión colonial es el móvil general que importa en el momento
actual a las potencias europeas, hay que tomar partido en su favor.
Señores, hay un segundo punto, un segundo orden de
ideas que debo igualmente abordar –créanme- lo más rápidamente posible: es
el lado humanitario y civilizador de la cuestión (...) Es preciso decir
abiertamente que, en efecto, las razas superiores tienen un derecho con respecto
a las razas inferiores porque existe un deber para con ellas. Las razas
superiores tienen el deber de civilizar a las razas inferiores (...) ¿y existe
alguien que pueda negar que existe más justicia, más orden material y moral, más
igualdad, más virtudes sociales en el África del Norte desde que Francia ha
hecho su conquista? Cuando fuimos a Argelia para destruir la piratería y
asegurar la libertad del comercio en el Mediterráneo, ¿hicimos acaso acciones
de corsarios, conquistadores o devastadores?
JULES FERRY, Discurso ante la Cámara de Diputados, 28-VII-1885.
Un pacto con las autoridades locales en una aldea del Congo.
La Asociación Internacional Africana fundada en 1876
por Leopoldo II de Bélgica) y los jefes Ngombi y Mafela, reunidos en
conferencia, han concluido el siguiente tratado: Los jefes reconocen, conforme a
sus deseos, que la Asociación se establezca en sus países para el progreso de
la civilización y del comercio (...) y ceden para siempre a la Asociación la
soberanía y todos los derechos de gobierno sobre sus territorios y prometen
ayudar en la tarea de regir y civilizar al país y ayudar con la obra o de otro
modo a cualquier trabajo o mejora que la Asociación haga en este territorio.
La Asociación se obliga a pagar a los jefes una pieza
de tela por mes (...) que ellos aceptan como compensación plena de todo derecho
entregado a dicha Asociación.
Citado
en Giralt, Ortega y Roig; Textos, mapas y cronología de historia moderna y
contemporánea.
Documento
67.
La
enseñanza de la ideología imperialista.
¿Cómo debemos colonizar? Desgraciadamente los métodos
colonizadores han pecado a menudo de violentos. Se pretendía que la guerra
contra razas inferiores era legítima o que no era permisible dejar sin explotar
tanta riqueza perdida hasta entonces para el género humano. A partir de ahí,
guerras injustas, masacres odiosas y explotaciones bárbaras han comprometido
hasta largo tiempo la obra civilizadora de los vencedores.
Francia, capaz de una acción generosa y humana, ha
sido la primera en preconizar el método pacífico. Ella impone los colonos a
sus indígenas, no por la fuerza, sino por la civilización bienhechora (...) Se
trata de explotar mediante un trabajo razonable los recursos de la región,
subvenir a sus necesidades mediante un comercio leal. Los colonos aparecen no
como dueños, sino como guías instruidos, como protectores.
[1] “La democracia es hoy el comunismo”, dice Engels en 1845. Y en una carta a Marx, fechada en 1846, habla de la “revolución democrática violenta”. La Nueva Gaceta del Rin, dirigida por Marx (1848), se titulaba también “órgano de la democracia”.